He nacido en Albania.
Ahora soy una ciudadana de la India.
También soy una monja católica.
En mi trabajo pertenezco a todo el mundo.
Pero en mi corazón sólo pertenezco a Cristo.
En mi trabajo pertenezco a todo el mundo.
Pero en mi corazón sólo pertenezco a Cristo.
El fruto del silencio es la oración
El fruto de la oración es la fe
El fruto de la fe es el amor
El fruto del amor es el servicio
El fruto del servicio es la paz
El fruto de la oración es la fe
El fruto de la fe es el amor
El fruto del amor es el servicio
El fruto del servicio es la paz
Cuanto menos poseemos, más podemos
dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor.
En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la
cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que
hayamos puesto en nuestro trabajo.
Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño.
Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño.
Haz las cosas pequeñas con gran amor.
La paz y la guerra empiezan en el
hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos
unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar
alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz.
Empieza
transformando todo lo que haces en algo bello para Dios.
No
cierren las puertas a los pobres; porque los pobres, los apestados, los caídos
en la vida, son como el mismo Jesús.
Los
pobres son la esperanza del mundo porque nos proporcionan la ocasión de amar a
Dios a través de ellos. Son el don de Dios a la humanidad, para que nos enseñen
una manera diferente de amarlo, buscando siempre la manera de dignificarlos y
rescatarlos.
Ellos son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente.
Por eso, Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, sino cuánto amor pusimos en ellas.
Ellos son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente.
Por eso, Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, sino cuánto amor pusimos en ellas.
Preferiría
cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con
descortesía y dureza.
La mayor enfermedad hoy día no es la
lepra ni la tuberculosis sino mas bien el sentirse no querido, no cuidado y
abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible
indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la
explotación, corrupción, pobreza y enfermedad.
Si
no se vive para los demás, la vida carece de sentido.
Dios
siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres. Si alguna
persona muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado; es porque
nosotros no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no
supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese
niño abandonado.
Muchas
veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que
amamos.

La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es beatitud, saboréala.
La vida es sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózala.
La vida es misterio, desvélalo.
La vida es promesa, cúmplela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario