miércoles, 21 de octubre de 2015

Las heridas que sanan se convierten en vida.





Durante nuestro andar por la tierra como seres humanos nos enfrentamos todos los días a sucesos y experiencias propias, de familiares, y también sociales, y aunque todos generan un impacto en nuestras vidas a diferente escala, habrá algunos que puede ser punta de lanza para construir nuestra felicidad o nuestra desdicha.

Cada herida de nuestra historia nos trae grandes aprendizajes, ya sea que estas fuesen por muertes, separaciones, violencia, abandonos, etc. Estas heridas radican en nuestras historias personales y familiares, y forman parte del camino que recorremos en la tierra. 

Cuando vemos de frente las heridas de nuestras vidas y reconocemos en ellas el dolor que causó, nos permitimos darnos cuenta de que en ellas radica un aprendizaje que debemos honrar con la vida, y que estas se convierten en impulso de sanación en el mundo.

No esperes a que trascurra otro día, sin que mires dentro de ti, y descubras que te está limitando para sanar tu mente, tu cuerpo, tu espíritu y tu ser. Deja de lamentarte por lo que no has hecho, permítete reconciliarte contigo, con tu familia, con la tierra, y con todos los seres. 

Cuando decidimos sanar nuestras vidas, estamos sanando nuestra historia, la de nuestra familia, y al mismo tiempo sanamos al mundo.

Cada ser es libre de recorrer su camino como considere mejor para su corazón, como crea que será mejor para su vida y para la de su linaje, ya que lo que hagamos hoy por nosotros, causará un impacto en las siguientes 7 generaciones.

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