Hay unos ojillos puestos en ti
que te observan día y noche.
Hay unas orejitas que no se pierden
ni una sola de las palabras que dices.
Hay unas manitas ansiosas
por hacer todo lo que tú haces.
Hay un niño que sueña
con el día en que será como tú.
Tú eres el ídolo de ese niño.
Tú eres el más sabio de los sabios.
En su mente jamás sospecha de ti.
Cree en ti a pies juntillas,
acepta todo lo que dices y haces:
dirá y hará a tu manera
cuando sea grande como tú.
Hay un niño con los ojos bien abiertos
que siempre cree que estás en lo cierto.
Sus ojos siempre están abiertos,
y te observa día y noche.
En lo que haces todos los días
le estás dando un ejemplo,
al niño que espera ser
algún día como tú.
Anónimo
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